Invitación al viaje
Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.
Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace limpia el alma.
Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas rápidas...
Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
Subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...
Otoño nos cita
con un son de flautas:
vamos a buscarlo
por la tarde clara.
Ahora
Ahora que las últimas cohortes
incendiaron las últimas praderas,
en esta soledad de mármol roto,
de lámparas extintas y de palabras yertas;
sobre un polvo que fue trubuna o plinto,
corona de palacio o tímpano de iglesia;
mientras el odio se organiza
para un asedio más, en la tormenta,
contra el pavor de un reino devastado;
pienso en los que vendrán ¿desde qué estepa?
a poblar estas ruinas,
a erigir su arrogancia en este polvo,
a confiar otra vez en estas praderas...
Y, humildemente,
con la ciudad caída bajo una estela.
Ahora que la tierra toda cruje
como una semilla en la impaciencia
del surco ansioso de agua redentora;
de este lado del tiempo en que las ramas
son nada más raíces en promesa;
aquí, donde la selva presentida
está desde hace siglos anhelando
que nazca el río a cuyas ondas crezca
su aérea profusión de hojas vivaces;
en esta oscuridad de savia en germen
y de patria en potencia,
como un reto al desierto inexorable,
con el árbol caído hago una hoguera.
La hora se pregunta
qué va a salir de su esperanza en vela.
Todo parece muerto y vive.
¡La sombras está dispuesta
a convertirse en luz para el que sabe
cuán lenta es siempre el alba de una idea!
Soy el único náufrago de una isla invisible,
el postrer descendiente de una época,
el último habitante de una tumba.
Y sin embargo escucho
el corazón de un pueblo que me llama,
el grito de un hermano que me alienta.
¡Nadie muere sin fin! ¡Nadie está solo!
Y silenciosamente,
con la noche caída hago una estrella.
Civilización
Un hombre muere en mí siempre que un hombre
muere en cualquier lugar, asesinado
por el miedo y la prisa de otros hombres.
Un hombre como yo; durante meses
en las entrañas de una madre oculto;
nacido, como yo,
entre esperanzas y entre lágrimas,
y como yo feliz de haber sufrido,
triste de haber gozado,
Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.
Un hombre que anheló ser más que un hombre
y que, de pronto, un día comprendió
el valor que tendría la existencia
si todos cuantos viven
fuesen, en realidad, hombres enhiestos,
capaces de legar sin amargura
lo que todos dejamos
a los próximos hombres:
El amor, las mujeres, los crepúsculos,
la luna, el mar, el sol, las sementeras,
el frío de la piña rebanada
sobre el plato de laca de un otoño,
el alba de unos ojos,
el litoral de una sonrisa
y, en todo lo que viene y lo que pasa,
el ansia de encontrar
la dimensión de una verdad completa.
Un hombre muere en mí siempre que en Asia,
o en la margen de un río
de África o de América,
o en el jardín de una ciudad de Europa,
Una bala de hombre mata a un hombre.
Y su muerte deshace
todo lo que pensé haber levantado
en mí sobre sillares permanentes:
La confianza en mis héroes,
mi afición a callar bajo los pinos,
el orgullo que tuve de ser hombre
al oír en Platón morir a Sócrates,
y hasta el sabor del agua, y hasta el claro
júbilo de saber
que dos y dos son cuatro...
Porque de nuevo todo es puesto en duda,
todo se interroga de nuevo
y deja mil preguntas sin respuesta
en la hora en que el hombre
penetra a mano armada
en la vida indefensa de otros hombres.
súbitamente arteras,
las raíces del ser nos estrangulan.
Y nada está seguro de sí mismo
ni en la semilla en germen,
ni en la aurora la alondra,
ni en la roca el diamante,
ni en la compacta oscuridad la estrella,
¡cuando hay hombres que amasan
el pan de su victoria
con el polvo sangriento de otros hombres!
México canta en la ronda de mis canciones
México está en mis canciones,
México dulce y cruel,
que acendra los corazones
en finas gotas de miel.
Lo tuve siempre presente
cuando hacía esta canción;
¡su cielo estaba en mi frente,
su tierra en mi corazón!
México canta en la ronda
de mis canciones de amor,
y en la guirnalda con la ronda
la tarde trenza su flor.
Lo conoceréis un día,
amigos de otro país:
¡tiene un color de alegría
y un acre sabor de anís!
Es tan fecundo que huele
como vainilla en sazón
¡y es sutil! Para que vuele
basta un soplo de oración...
En la duda arcana y terca,
México quiere inquirir:
un disco de horror lo cerca...
cómo será el porvenir?
¡El porvenir! ¡No lo espera!
Prefiere, mientras, cantar,
que toda la vida entera
es una gota en el mar;
una gota pequeñita
que cabe en el corazón:
Dios la pone, Dios la quita...
¡Cantemos nuestra canción!
Me parece que en "Invitación al viaje" la musicalidad y el ritmo del ponmena se puede sentir gracias a la repetición de la palabra "junto" a lo largo del mismo, creo que además le da continuidad. Tambieb pienso que los elementos que tiene son muy visuales "la sien de plata", el "cielo de oro", "la encina negra".
ResponderEliminarLa civilización como fatalidad. La Modernidad acaso no ha traído los resultados que prometía. Torres Bodet, con su sintaxis encabalgada y que semeja caos,nos da cuenta de esa barbarie y destrucción.
ResponderEliminarEn "Civilización" el poeta apela a la más universal de las cualidades humanas, la compasión.
ResponderEliminarDiego Massimi
El poema Civilización es interesante porque es una forma de desidealizar lo que la civilización y el hombre civilizado deberían ser, el hombre se está comiendo a sí mismo, la civilización no ha hecho mejor al hombre, sino que lo ha vuelto más salvaje, lo ha vuelto inhumano y me parece que al autor le duele pensar en esto, pues él que aspiraba a construir, se encuentra rodeado de destrucción.
ResponderEliminarSobre "Civilización" de Jaime Torres Bodet. Encuentro particularmente interesante el diálogo que el autor establece a nivel formal y a nivel temático entre recursos líricos tradicionales y tópicos que responden al panorama ideológico y social en general de su tiempo. Las oposiciones entre ideas como la tristeza y el gozo representan una continuidad lírica con la figura de la antítesis, misma que puede formular un canal de comunicación exitosa con el lector que puede establecer en su recepción la ambigüedad de la propia idea de identificar la tristeza con el gozo, y viceversa. Este tipo de recursos que emplea el autor permite introducir a su receptor en el panorama ideológico y estético propuesto en el poema. Las contradicciones discursivas representan así las contradicciones propias de la modernidad occidental como proceso supuestamente civilizador, cuyo declive alcanza su punto culminante en el carácter destructivo del conflicto armado. El empleo de figuras propias de la naturaleza, como la roca y el diamante, o la misma aurora, permiten igualmente al lector situarse en una serie de lugares comunes desde los cuales podrá interpretar con un entendimiento comunicativo claro y conciso, el punto de vista crítico que el autor propone para confrontar la desazón del mundo, "civilizador" en incivilizado. Es así como fracasan los modelos clásicos de interpretación de la realidad.
ResponderEliminarEl tema de este poema es la violencia generalizada en el mundo y cómo ésta afecta al desarrollo de la civilización. La civilización está representada mediante el legado que cada persona deja en el mundo, de manera que los actos violentos afectan no sólo a la civilización sino también al individuo.
ResponderEliminarAlma Olmos.
Sobre "Civilización"
ResponderEliminarConsidero que a lo largo del poema se pues observar una reflexión sobre el proceso del hombre por construir una civilización en donde el constante progreso termina con consecuencias que recaen en el mismo hombre, entre ellas las matanzas, es el hombre quien en busca del avance termina con la propia civilización.
"Civilización" el término pierde su definición y se convierte en violencia y destrucción. La insatisfacción de ser y el anhelo de ser algo mejor, cuando menciona "un hombre que anheló ser más que un hombre", encuentra una respuesta a la existencia cuando menciona que el hombre puede ser enhiesto y gracias a ello poder alcanzar una civilización pero sólo queda en una idealización sin realización.
ResponderEliminarEn la "Civilización" vemos como en Ulises criollo de José Vasconcelos la literatura del yo un mínima mención del tema de la madre
ResponderEliminarMe parece que en "Invitación al viaje" la musicalidad y el ritmo del ponmena se puede sentir gracias a la repetición de la palabra "junto" a lo largo del mismo, creo que además le da continuidad. Tambieb pienso que los elementos que tiene son muy visuales "la sien de plata", el "cielo de oro", "la encina negra".
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